jueves, 30 de agosto de 2012

EN OCASIONES SUSPIRO VIOLINES




Queridas amigas que compartís género conmigo:

Os voy a presentar, tras abrir boca con George Hamilton alias "Mordisquitos", al insuperable. No fue mi primer amor platónico, pero sí probablemente el segundo... oh, no, el tercero, buen número. El segundo fue otro gigante, Bach, menos agraciado, pero su música compensaba cualquier otro defecto.

Este caballero que ilustra estas humildes palabras es Vivaldi, un honorable Piscis (ya que nos separan los siglos, que nos una el zodíaco; con poquito me consuelo), y, por si acaso, que nadie se ofenda, compositor.

Algunas personas lo reconocerán por los vídeos de Youtube con un árbol congelado en el que suenan violines. Winter, se llama, aunque también se le puede encontrar como Invierno. Perdón por el sarcasmo, pero es que este caballero fue el padre del metal. Ya está, lo he dicho.

Este caballero fue el primer metalero de la Historia, aunque fuera sacerdote, aunque fuera un maestro de violín. Y reconozco que en su época me habría costado no tirarle los trastos. No riáis, que bien que os ponéis tontorronas con las pelis de época y John Malkovich en "Las Amistades Peligrosas", que no es un Adonis, pero a todas nos gustó y nos hizo temblar las rodillas (no incluyo a cierta generación porque con lo del Justino de los Webers ya me han dejado claro su mal gusto).

Quien ame el metal (en todas sus vertientes; aclaro que metal es mi peculiar resumen de tantísima corriente y género que sería imposible enumerar) sabe a qué me refiero. Steve Vai, Yngwie Malmsteen, Joe Satriani... Tuvieron que homenajearle y habría sido delito que no lo hicieran.

Chicas, mirad ese retrato de Vivaldi, cambiad el violín por una guitarra eléctrica y actualizadle el software capilar. No me digáis que no es un metalero de los de época, de esos que son atemporales, inmensos, geniales compositores. No me digáis que no entendéis que aún, desde que era una renacuaja que escuchaba sus violines hacerme suspirar en el jardín, cuando se mezclaban metal, rock y música clásica en mi pequeño corazoncito infantil y me acompañaban entre líneas de papel, ame desde lo más profundo a este genio y figura ya en la sepultura. No me digáis que, después de esa visualización, aún pensáis que Brad Pitt, los mini monstruos de la saga "Corpúsculo", incluso el erotismo cutre y amarillista de la cosa esa de Grey (¿no era eso una serie culebrón de médicos en USA?), no me digáis, repito, que no os volvería locas. Porque el trono de mi platonismo amoroso es suyo... Bueno... compartido, entre otros, con Einstein, pero ya son otra historia.

Qué bonito habría sido nacer en otra época. En fin.

LIVE AND LET LAUGH

Lo sé. Queda feo tanto "espanglish", es una patadita estomacal al purismo y no queda fino; no, señor. Niña mala se queda sin postre después de cenar.

Venga, va, dejadme una licencia otra vez más, que esto va por una buena causa.

Voy a ponerme en situación. Advierto que esto no pretende generalizar. Muy al contrario describo un caso muy concreto, tan concreto que puedo decir concretísimo, sin que me tiemble el diccionario ni Cervantes se remueva demasiado en su tumba.

Empresario da con una pareja de talento, mete en la olla lo que rima y el asunto prospera, hasta el punto de que la pareja de talento supera con creces al empresario.

Éste vuelca su frustración sobre lo que le rodea, en especial sobre sus subordinados (en su peculiar visión distorsionada por su baja autoestima y complejo de inferioridad, son súbditos), siendo especialmente despótico con aquellos que considera por encima de su nivel intelectual y/o humano. Conste que esto no me lo saco de la manga. Es algo estudiado por quiénes deben y ampliamente divulgado. Cualquiera puede consultarlo.

Facilito la tarea. Búsquese el término "mobbing", aunque prefiero llamarlo como debe ser: acoso laboral. Las cosas por su nombre.

El acosador laboral tiene ese complejo y lo paga con los que sostienen su equilibrio profesional, con la base de su pirámide. No es un empresario sensato, puesto que arremete especialmente contra sus trabajadores más valiosos (vuelvo a remitir hacia las múltiples y variadas fuentes sobre el tema), algo que acaba revertiendo en la estructura empresarial y provoca que ésta no funcione con la eficiencia que podría. En la mayoría de ocasiones, este sujeto genera bajas laborales por depresiones y ansiedad a puñados.

Desconozco las razones por las cuáles no se ha legislado en condiciones sobre este asunto. ¿Acaso no resulta sospechoso que en una misma empresa se produzcan tan numerosas bajas laborales por esas razones? Y no hablamos de empresas de gran proyección internacional, ni siquiera nacional. No hablo de esas empresas de cientos de trabajadores siquiera.

Un caso de acoso laboral y probable vampiro doméstico (me froto las manitas al pensar en qué pasará cuando esa hipotética mujer despierte). Este detalle no debe escapar a nadie: absorbente con su pareja hasta extremos insospechados, con una posesividad enfermiza...

Y además acoso laboral.

Todo el que lo piense con sensatez, con un mínimo de actividad cerebral, concluye: ¿por qué hacer eso si perjudica a su empresa? Efectivamente, lo he matizado antes incluso de que os lo preguntéis, y al haberlo preguntado habéis demostrado superar la capacidad de este sujeto con creces (aplauso): todo el que lo piense con sensatez, con un mínimo de actividad cerebral. Este sujeto carece de ambas cosas y lo demuestra.

Apabulla a las personas más cobardes o endebles, aquellas que quieren trepar a toda costa o aquellas que se dejan vencer por un miedo insuperable e irracional hacia un ser que no posee el poder que le adjudican. Y suele ocurrir que se une el acosador laboral y alguna rémora.

Lo bonito de esta historia, si es que lo hay, es que, tarde o temprano, este tipo de seres acaba cayendo en su propia charca. Llamémosle "tiempo" o "justicia divina", no falla. Siempre llega.

Y, pese a que siempre se haya pensado de mí lo contrario, me considero una persona entrañable, pero muy paciente. Es tan bonito ver el tiempo en acción...

miércoles, 29 de agosto de 2012

MANIFIESTO: PISANDO EL CORSÉ

Cierto es que llevaba mucho tiempo blandita y suave como una bola de algodón. Y eso está muy bien. Es bonito... Cándido.

Lo de hoy me creará un buen puñado de compradores potenciales de la muñequita Voodoo Chica-Chus Child, me huelo. Sugiero una muñeca vudú casera, le ponéis unas gafas de juguete y ahí estoy, lista para el alfiler.

El mundo de la poesía actual lleva siendo motivo de mi rechazo desde hace bastantes años. Es un círculo cerrado, habitualmente, plagado de rivalidades, envidias, cosa que tiene su encanto pues inspirarán a muchos escritores del futuro. Lo peor sin duda es ese academicismo rancio, soberbio, carente de sentido del humor, de autocrítica. Gracias a Dios, algo que no es extensible a todos, por supuesto, pero sí para un amplio sector.

He colaborado, o mejor dicho, intentado colaborar en algunas páginas de encuentro entre escritores. Una de ellas es un sitio muy habitual y querido para mí, en el que debo reconocer que han comprendido que no puedo evitar escribir lo que otros consideran demasiado. Han entendido que no busco adulación ni ataque, simplemente dar rienda suelta a algo que ha sido desde mi infancia una necesidad.

La necesidad de expresar.

Y les agradezco desde lo más profundo de mi ser la acogida que me han dado desde el principio. Jamás me han coartado ni me han hecho sentir limitada ni mucho menos se les ha ocurrido pensar que mi intención es jugar al pisoteo entre poetas o escritores. Son todo un ejemplo a seguir.

En algún otro sitio no he tenido esa suerte, así que decidí limitarme a los sitios en los que publico y no escribir jamás en un foro de encuentro, exceptuando el ya mencionado antes (no pongo el nombre por si acaso, pero quienes me leen saben ya cuál es).

Renuncié a la métrica durante la adolescencia, harta del corsé que impedía dejar libre la música inherente a las palabras, ese corsé constreñido, presuntuoso, de la poesía convencional, que estanca y coarta. Si fuera por ese purismo, ni siquiera la música la entenderíamos tal cual es hoy, no habría evolucionado.

Y la palabra escrita debe evolucionar.

La poesía es emoción. Y son tantas las emociones humanas. ¿Por qué ocultar la risa, la ironía, la ira, la impotencia, la frustración, la carcajada,...?

El lenguaje evoluciona. La Real  Academia de la Lengua admite vocablos habituales en la jerga urbana. Y yo me pregunto, si esos vocablos son válidos ¿por qué no puedo crear los míos propios, si son inteligibles y dotan de sentido lo escrito, si poseen su propia música? ¿Por qué no integrar todo ese lenguaje en la poesía?

La palabra es libre. ¿Por qué no escribir simplemente lo que quiera cómo, dónde, cuándo me dé la realísima gana? Primero fui lectora y continúo devorando y amando el libro, pero escribir fue un compañero precoz de la lectura, y ese matrimonio que lleva unido treinta años no se va a separar. Es un amor fiel y leal.

Y ese amor no es susceptible de llevar un corsé de prejuicios y egolatrías.

Ciao, academicismo, no cabes en mi pecho.


ODA A LA PALABRA ESCRITA

Amo la palabra desnuda, del derecho, del revés,
la que crea sus normas sin norma,
la que deambula sin ley,
fugitiva,
vilipendiada, saltarina,
brillante.

Amo la palabra sucia 
y violada de Bukowski,
la turbia de Carver,
la desesperada de Cioran,
la luminosa de Gibran y Tagore,
la repugnante de Hemingway.

Amo la palabra chispeante
de Gioconda Belli,
la sabiduría oriental,
la sabiduría de toda tierra
ancestral...
Incluso el cómic y la viñeta.

Amo cualquier palabra,
la amo anárquica, voladora,
plena, soñadora,
escrita, recitada con alma.

Amo la palabra,
pero libre y honesta.

Jamás encorsetada.
Jamás mentirosa
o artificial.

martes, 28 de agosto de 2012

LA PUÑETA DE PLATÓN



Tres añitos apenas y ya estaba perdida y platónicamente enamorada del Drácula de George Hamilton. Dibujé su retrato, bastante picassiano (honestidad ante todo, que tenía tres años; mira que os gusta exigir), en la solapa de un cuadernito que se cayó a trozos antes de que terminara de gastarlo con la mirada.

Sí, podéis reír. George Hamilton fue mi primer amor platónico, hasta que me dio la lucidez de los años y a él le dio la locura de la cirugía estética. Los que rían que observen la foto: estaba realmente macizo a pesar del medio kilo que, calculando a ojo, imagino lleva en el pelo. Pero puedo decir, treinta años después, que fue mi primer amor platónico. A ver qué diréis las y los que padecéis sueños húmedos con Justin Webos y más creciditos.

Al tema: George Hamilton en su versión draculina, visto actualmente, es más bien cutre, como todos estos mitos de la época vistos con el ojo implacable de los años.

Sin embargo, no puedo evitar pensar en la oleada actual de monstruos metrosexuales y afeminados que invaden el cine, la literatura, hasta la música. El monstruo tenía, antiguamente, un puntillo de erotismo morboso que atraía la parte más oscura femenina (no lo neguéis, bonicas, que si os tragáis y leéis el bodrio ese de True Blood es por algo; dudo mucho que sea por la calidad literaria o cinematográfica).

El problema que le veo al asunto es precisamente eso que he apuntado: han metrosexualizado al monstruo. El monstruo ahora no muerde, teme que se le rompa una uña o despeinarse y se le quite el efecto pasmado del tontaina de "Crepúscushit". No puedo imaginar a uno de esos pamplinas en un arrebato viril sin que se me escape una carcajada.

Y entonces me doy cuenta de que ese concepto "maripuri" del monstruo es debido al tan extendido de la "princesita". La princesita al uso, la del "Hello, Kitty", la que ha corrompido el concepto de gótico o tribu urbana, con esa tontería del movimiento "m-emo", las nuevas jevilongas (de uniforme jevi, pero que no han escuchado más que El Canto del Loco), y un largo etcétera de princesitas que aspiran a tener un florero con barba de varios días y el culo depilado (dios, o el pecho, no sé qué es peor) y ser, a su vez, floreritos encubiertos.

Vuelvo a mi George Hamilton, viril pero estiloso él, ahora anticuado, y visto con los ojos de los años, despojado de sexappeal en su incursión vampírica. Pero no dejo de pensar que el monstruo y su atracción fatal murieron años atrás. Hasta que los vampiros y los hombres-lobo comenzaron a preocuparse más del ph de su piel, y dejaron de asaltar alcobas para morder o devorar a muchachas asustadas, que no sabían lo que era un i-phone para contárselo a sus amigas por el whatsapp ("ois, tía, no te lo vas a creer, pero tengo a un tío super en mi cama, ¿qué hago?"), y que no necesitaban saberlo. De hecho eran tan listas que no se resistían más que lo justo para no ser tomadas por descocadas y poder decir que fue la capacidad hipnótica del monstruo la causa de su rendición.

Hay que ver cómo me joroban los amores platónicos las nuevas generaciones, cada vez más membrillos.

lunes, 27 de agosto de 2012

VOODOO CHICA-CHUS CHILD

Invocando a Chica-Chus para cambiar el chip de varios días, semanas, años (seleccionad opción; el concepto espacio-tiempo que llevo sufriendo estos últimos tiempos es bastante elástico), se me ocurrió hacer muñequitos vudú.

No, por dios, no para utilizarlos contra nadie. Soy pacífica. Sino para una servidora. Chica-Chus versión mini, para clavarle alfileres y darle de vez en cuando una moneda de euro. Sería convertirme en campo de experimentación brujeril por mi cuenta, como todos esos científicos locos que experimentaban (y experimentan, imagino, aunque cada vez son más los que compran chihuahuas) consigo mismos.

Se me ocurrió, con esto de la crisis, vender mis muñequitos vudú, con un slogan atractivo: Voodoo Chica-Chus Child y no tendrás que hacer la puñeta a nadie más. Serían unas pelillas para superar la crisis galopante.

Además, Chica-Chus es una personalidad positiva y de buen humor. De eso se trata. Un vudú positivo, de descarga emocional, de superación de tonterías que nos enturbian, que nos hacen padecer y olvidar sonreír más a menudo.

Una conversación con una amiga, que me conoce de varios años y que ha sido compañera, en la distancia y en la cercanía, de muchas vicisitudes, unas más irrelevantes, otras más serias y otras, las menos según cómo se mire, demasiado graves. Una conversación acerca de las últimas caídas, tonterías comparado a cualquier cosa, dicho sea de paso, me hizo reflexionar sobre cómo nos martirizamos o flagelamos en demasiadas ocasiones por situaciones que, una vez son analizadas desde la objetividad más absoluta y con la ayuda de la mirada distante de otras personas, no han sido culpa nuestra. Podemos ver nuestras faltas, pero también las de otros que en su momento desplazamos hacia nuestros hombros.

"Tú no metiste la pata. Se portó como un crío".

Y yo pensé, qué suerte tienes, nena, y que dios te lo conserve, que tú sí has dado con un hombre.

Entonces se me ocurrió ser la Voodoo Chica-Chus Child. Al menos que sirva de algo la maldita mala suerte.

LA VECINA DEL OJÚ

Comienza un nuevo día. Los pajarillos revolotean y cantan suavemente entre los árboles que se desperezan con ojitos dormilones. Lejanos se escuchan los sonidos de la ciudad que despierta, mientras el silencio de la noche va disipándose despacio.

Idílico, ¿verdad? Bien... Sigo... Me había quedado en... a ver... Sí, la noche va disipándose despacio hasta que... "Ojú, mi arma, pero vá a desayuná ya o qué, ¿ein?".

Efectivamente, mi vecina ha despertado. Como la caja de Pandora, la mujer abre el ojo por la mañana y destapa la caja de pesadillas de todo habitante que la rodee. De hecho, incluso mi otro vecino, al otro lado de mi madriguera, anhela estrangularla y no porque tenga impulsos hedonistas extraños. Es una ensoñación extendida en el vecindario, temo.

No es de extrañar. Con su "Ojú" en la boca todo el maldito día, incrementado varios decibelios como una onda expansiva de tortura psicológica, ahí la tenemos repartiendo estridencia, ora por "er ai-fons que me regaló mi hijo, ojú el casharro", ora desde la terraza ("Mariiiii, ojú, shiquilla, viene a desayuná o qué"), ora desde las piscinas (creedme, es incansable) con su "Ojú, baja de una vé, hombre, que se enfría er agua, jaja qué jarte que tengo".

Lo peor del asunto es que piensa que tiene gracia, quizá al ver que la gente le sonríe, sin darse cuenta de que, probablemente, esa persona esté soñando despierta con que se mude en breve por pura piedad y altruismo.

Así que hoy, con los pajarillos revoloteando y cantando suavemente entre los árboles que se desperezaban con ojitos dormilones, el maldito "Ojú" volvió a destrozar un bello amanecer.

domingo, 26 de agosto de 2012

EXPEDIENTE XY

El aburrimiento me llevó un día a darme de alta en una red social de chat, que se vende como un sitio para encontrar amistades. Por supuesto, siempre se entra a esos sitios con cierta desconfianza, pues no sería la primera vez que te envían incluso imágenes de gónadas más o menos deformes sin cruzar una palabra con una menda.

Me creé en principio un perfil completamente falso, con un alias cómico, Comadrejilla, una foto de una chica muy poco agraciada, calva, de estética punk-camionera (vale, he acuñado el término pero todos lo entendemos y no va con intenciones raras ni subliminales); la descripción de mis aficiones no le iba a la saga: todo falso y obviamente falso, es decir, que cualquiera que leyera los datos allí incluidos sabía que eran falsos, a no ser que padeciera de algún tipo de patología de la que yo ya no me hago responsable.

La cosa es que, debido a ello, sí hubo un par de casos de personas que quisieron mantener conversación, porque les hizo gracia y se ve que no buscaban un solomillo humano.

Un tiempo después, por razones que no vienen al caso, decidí variar y observar realmente qué pasa en esas páginas. Y la sorpresa fue mayúscula.

Cambié mi perfil, esta vez con datos reales e imagen real, de hecho, la que ilustra mi perfil habitual. Una foto, de hecho, que fue realizada con una intención ajena tanto a ese sitio como a ser expuesta como imagen de perfil, puesto que, como otra serie de fotos, su destino era y es un proyecto que estoy desarrollando. Pero al grano...

Teniendo en cuenta que dejaba clara mi intención de conocer y conversar tanto con hombres como con mujeres, ofreciendo única y exclusivamente amistad, esperaba un rechazo masculino o una insistencia indebida y una acogida de amistades femeninas de forma más cercana.

Nada más lejano a la realidad. Matizo que suelo llevarme mejor con varones que con féminas, quizá precisamente por la ausencia de esas segundas intenciones. Sin embargo, no esperaba lo que ocurrió.

Paradójicamente la mayoría, una amplia mayoría de hombres, se comportaron con un respeto sorprendente. Aquellos que buscaban algo más, no plantearon ningún problema al no obtenerlo, a excepción de algún caso, que siempre los hay, pero casi el cien por cien mostraron una conducta intachable. De hecho he de decir que he encontrado prometedoras amistades allí.

La reflexión me ha sobrevenido más por la actitud de ellas, de mis congéneres. Ni una. Bueno, una si tenemos en cuenta que eran una pareja, ya podéis imaginar buscando el qué.

Ninguna mujer. La cosa es que, según la mayoría de chicos con los que he tenido la oportunidad de conversar, hablan de ellas en términos que utilizábamos antaño nosotras para hablar de ellos. Ya sabéis, chicas: pasa de mí; me trata como a un trapo; tiene a unas cuántas más de comodín... Y así una retahíla infinita de frases tópicas demasiado reconocibles en la adolescencia, en esas conversaciones femeninas de grupo.

La cosa es que, viendo las imágenes que suben las chicas de sí mismas, tampoco debería haberme planteado muchos dilemas. Todos nos hemos enamorado alguna vez por la red con el consecuente batacazo al ver que tu gato era pardo como los demás y dado al engañoso juego del narcisismo (muy común; atentos a esas fotos de espejo de baño con teléfono en ristre; o la versión femenina de la foto desde el techo, para sacar el canalillo), pero los extremos a los que se está llegando ahora me han dejado bastante de piedra.

El amor ha muerto, queridos míos. Ahora todas quieren ser princesas, pero quieren al príncipe castrado.

No veas cómo está el patio. He decidido quedarme en puesto de reina (no quiero ser princesita, quita, quita), que puede quedarse tranquila a mirar las batallas desde la almena sin tener que rendir cuentas.

Como decía la canción, "malos tiempos para la lírica".

sábado, 25 de agosto de 2012

OH, MY GOD

En mi peculiar exilio autoimpuesto, he tenido la oportunidad impagable de observar la fauna veraniega en pleno apogeo. Basta salir a la terraza y ver las piscinas comunitarias, no es por otra cosa.

Me ahorran pisar la calle, un alivio para cualquier masa cerebral durante el verano. Ni los calores estivales ni los usos y costumbres que los acompañan parecen ayudar a lograr la hegemonía mental.

Debo decir que adoro a las "posh" del "ideaaaaal", "divinooooo" y otros términos proferidos entre grititos y suspiros varios. Las adoro, son mi debilidad.

Pero la variante guiri es, con mucho, un espécimen digno de acaparar mis altares a las "posh" más recalcitrantes.

Hoy he tenido la oportunidad de disfrutar de la acción de una campeona de los pesos pesados. En la terraza me dedicaba a mimar plantas o, más concretamente, intentar que el sol no las friera, cuando reparé en una figura envuelta en una suerte de sábana vaporosa inmensa, hasta el punto que me recordó a la Reina del Carnaval de Tenerife. Se acercaba al borde de la piscina como una medusa gigantesca, con esos andares de pierna desviada de las top models (sí, esos que presagian cadera ortopédica), para probar el agua con uno de sus pinreles.

Así que, dispuesta a su misión con la predisposición de un guerrero escocés, ahí estaba la manceba, desenfundando la zarpa de la sandalia de strass para poner a remojo la uñas postizas.

Pensará alguien que exagero. Maldita manía en arrogarme esos ardides. No, en todo caso me quedo corta. La criatura, que remoja el dedo haciendo equilibrios para mantener la pose ante el personal, profirió de repente un alarido agudo de gato con pinzamiento testicular y un "Oh, my God" acompañado de ese gesto tan posh de caída libre de mano con muñeca dislocada.

Un teatral giro para comprobar el efecto de su interpretación la dirigió a una tumbona, ya dispuesta, eso sí, a deshacerse de las sábanas de seda y el resto de parafernalia.

No piensen que se metió en la piscina. Of course not. Estaría feo, daña el cutis y el bótox se queda medio tonto. El resto del tiempo, una masa de sedas, grititos y "divine" a diestro y siniestro, se freía al sol mientras una pobre mujer a su lado, que imaginé la amiga normal que suelen tener las "posh" para sentirse superiores, aguantaba el chaparrón con gesto de anhelar una forma de suicidio rápida e indolora.

No sé si he aclarado que no piso la piscina. ¿Por qué será?

jueves, 23 de agosto de 2012

WELCOME TO POLIGONLAND

Jesusito de mi vida, que eres niño como yo, no permitas que mis ojitos cándidos tengan que sufrir otra vez tan terrible visión.

Dos conceptos que han sido confundidos de forma terrorífica: sensualidad y horterada. Como ejemplo, la escena típica del tanga incrustado y agonizante entre nalgas y pantalón de varias tallas por debajo de lo recomendable por la OMS (y si no es así, deberían plantearlo).

Existía una norma no escrita de buen gusto que venía a decir que si destapas por arriba, cubrieras por abajo. Si llevas una falda tipo "cinturón ancho", viste algo más comedido por arriba, y viceversa. No se trata de mojigatería, todas hemos pasado por la adolescencia y alguna vez hemos cometido ese disgusto para el estómago.

Se trata de buen gusto y de solidaridad con aquellos que compartimos especie.

Entre nosotras, las féminas, pensamos que debemos mostrar cacho para resultar atractivas y deseables. Un error común, pues nos convertimos en una especie de pincho moruno sazonado con escasa tela, no por sentirnos a gusto con nosotras mismas por nosotras mismas, sino simple y llanamente para obtener la aprobación del género masculino.

Un grave error si pensamos en que sólo aumentamos un nivel de exigencia desequilibrado por parte de nuestros opuestos. Como muestra, un botón en forma de anécdota. Real como la vida misma.

El protagonista era el típico sujeto con aspecto de proxeneta de alto standing: una perla para la vista, dicho con todo el sarcasmo, eso sí. Barrigudo, viejo, feo como un demonio cabreado, hortera y de facciones que señalaban un carácter más bien repulsivo (y no, su físico no era para hacerlo despreciable, pero la descripción de este sujeto en tales términos no es baladí).

Conversaba con un amigo, o le supuse tal, y cacé la siguiente frase:

-Era una vaca.

Una risotada celebrando su propia idiotez acompañó mis ganas de darle un recordatorio de su propio aspecto mediante una bandeja de servir (trabajaba de camarera, por aclarar que no llevo una bandeja de metal cuando paseo por la calle).

La reflexión lleva a pensar en que hombres y mujeres que exigen a otros más de lo que se exigen a sí mismos no merecen realmente nuestra atención ni, mucho menos, esfuerzo por agradar.

Cubramos nuestras posaderas, alimentemos nuestra dignidad, y haremos un favor a algunos descerebrados: estimularemos su imaginación. ¿Acaso no es bonito pensar que hacemos un bien por sus neuronas?

Puro amor a la Humanidad. Pero, sobre todo, puro amor hacia uno mismo (también va para los caballeros; ese gayumbo asomando por la cinturilla del pantalón "cagado" produce frigidez permanente).

miércoles, 22 de agosto de 2012

COMO DECÍA MI AMIGA ZSA ZSA

Estilosa ella como pocas, la amiga Zsa Zsa Gabor tenía una gran razón al separar lo bello de un sitio de la fauna que lo habitaba. Ella lo limitó a México, algo en lo que tuvo bastante mal gusto para ser ella. Se nota que no había pisado España cuando dijo su famosa frase (no la reproduciré aquí, no vaya a ser que me multen, que nunca se sabe).

En la mayoría de países del mundo se produce la paradoja de la belleza de sus paisajes y la deseable exterminabilidad del noventa por ciento de la población que los habitan, entre ellos esta España tan nuestra y adorable.

Aún así, con un espíritu claramente altruista, me he decidido a abrir esta sección, intentando que la escasa humanidad inquieta se encuentre acompañada en sus dudas vitales además de que trataré de adelantarme a sus necesidades vitales.

Por ejemplo, mi cursillo de cocina de supervivencia (próximamente) o el cursillo de cómo salir airosa de una reunión social sin parecer una prostituta con rebaja de cuota (un cursillo concentrado y enriquecedor).

Así que, como decía Zsa Zsa Gabor, esto es un paraíso en la Tierra que se debe compensar haciendo a sus habitantes. Como todos bien sabemos.