domingo, 21 de octubre de 2012

ESTUPIDIARIO I. GAFAS DE PEGA

Cuestión de tiempo y cierta observación. Nueva sección porque lo merece, tal es la fauna humana y su variopinta gilipollez.

Mis primeros estúpidos son esa extraña subespecie que adorna su napia con gafas sin lentes. A pesar de los innumerables chascarrillos que generan, proliferan por todas partes aunque no debería extrañarme, tal es la virulencia y capacidad contagiosa de la imbecilidad en este país.

Imagino que la cosa empezó con algún famosete anormal que decidió ir de moderno pensando que una extravagancia le proporcionaría una portada, y decidió que era más fácil ponerse unas gafas de pega a tirarse por un puente. Supongo.

O una actriz de segunda venida a menos y harta de pelarse las rodillas por un papel, sin un fragmento de piel libre de silicona, que decidió la idiotez máxima como motivo de notición.

Lo desconozco. Y no es relevante, ciertamente. La cosa es que ahí están, hordas de gilipollas portando gafas de mentira para ir de modernos. Y yo me pregunto: ¿qué es ser moderno? ¿Acaso la casta cani y choni no es moderna? No existían hace veinte años, al menos no en esa forma que tanto nos revuelve las tripas. Antes escuchaban Camela, ahora escuchan... vale, Camela, pero también al Justin Bieber de las narices. Evolucionan.

La caspa evoluciona. Los imbéciles de las gafas de pega son los que antiguamente vestían hombreras de medio metro y calentadores. Eran horteras. Así se les llamaba.

La horterada se ha refinado, eso sí. Ahora se le llama modernidad. Yo lo llamo gilipollez. Simple terminología.

Lo siguiente se me escapa, pues mi bola de cristal está un poco empañada últimamente, pero ya comienzo a imaginarlos con un bastón de Antonio Gala sin necesidad de llevarlo, sólo por esnobismo, o un collarín como los de los perros, lo que facilitaría su ahogamiento por alcohol para olvidar su propia imbecilidad.

Se admiten apuestas. ¿Qué será lo próximo?

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