sábado, 25 de agosto de 2012

OH, MY GOD

En mi peculiar exilio autoimpuesto, he tenido la oportunidad impagable de observar la fauna veraniega en pleno apogeo. Basta salir a la terraza y ver las piscinas comunitarias, no es por otra cosa.

Me ahorran pisar la calle, un alivio para cualquier masa cerebral durante el verano. Ni los calores estivales ni los usos y costumbres que los acompañan parecen ayudar a lograr la hegemonía mental.

Debo decir que adoro a las "posh" del "ideaaaaal", "divinooooo" y otros términos proferidos entre grititos y suspiros varios. Las adoro, son mi debilidad.

Pero la variante guiri es, con mucho, un espécimen digno de acaparar mis altares a las "posh" más recalcitrantes.

Hoy he tenido la oportunidad de disfrutar de la acción de una campeona de los pesos pesados. En la terraza me dedicaba a mimar plantas o, más concretamente, intentar que el sol no las friera, cuando reparé en una figura envuelta en una suerte de sábana vaporosa inmensa, hasta el punto que me recordó a la Reina del Carnaval de Tenerife. Se acercaba al borde de la piscina como una medusa gigantesca, con esos andares de pierna desviada de las top models (sí, esos que presagian cadera ortopédica), para probar el agua con uno de sus pinreles.

Así que, dispuesta a su misión con la predisposición de un guerrero escocés, ahí estaba la manceba, desenfundando la zarpa de la sandalia de strass para poner a remojo la uñas postizas.

Pensará alguien que exagero. Maldita manía en arrogarme esos ardides. No, en todo caso me quedo corta. La criatura, que remoja el dedo haciendo equilibrios para mantener la pose ante el personal, profirió de repente un alarido agudo de gato con pinzamiento testicular y un "Oh, my God" acompañado de ese gesto tan posh de caída libre de mano con muñeca dislocada.

Un teatral giro para comprobar el efecto de su interpretación la dirigió a una tumbona, ya dispuesta, eso sí, a deshacerse de las sábanas de seda y el resto de parafernalia.

No piensen que se metió en la piscina. Of course not. Estaría feo, daña el cutis y el bótox se queda medio tonto. El resto del tiempo, una masa de sedas, grititos y "divine" a diestro y siniestro, se freía al sol mientras una pobre mujer a su lado, que imaginé la amiga normal que suelen tener las "posh" para sentirse superiores, aguantaba el chaparrón con gesto de anhelar una forma de suicidio rápida e indolora.

No sé si he aclarado que no piso la piscina. ¿Por qué será?

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