jueves, 30 de agosto de 2012

EN OCASIONES SUSPIRO VIOLINES




Queridas amigas que compartís género conmigo:

Os voy a presentar, tras abrir boca con George Hamilton alias "Mordisquitos", al insuperable. No fue mi primer amor platónico, pero sí probablemente el segundo... oh, no, el tercero, buen número. El segundo fue otro gigante, Bach, menos agraciado, pero su música compensaba cualquier otro defecto.

Este caballero que ilustra estas humildes palabras es Vivaldi, un honorable Piscis (ya que nos separan los siglos, que nos una el zodíaco; con poquito me consuelo), y, por si acaso, que nadie se ofenda, compositor.

Algunas personas lo reconocerán por los vídeos de Youtube con un árbol congelado en el que suenan violines. Winter, se llama, aunque también se le puede encontrar como Invierno. Perdón por el sarcasmo, pero es que este caballero fue el padre del metal. Ya está, lo he dicho.

Este caballero fue el primer metalero de la Historia, aunque fuera sacerdote, aunque fuera un maestro de violín. Y reconozco que en su época me habría costado no tirarle los trastos. No riáis, que bien que os ponéis tontorronas con las pelis de época y John Malkovich en "Las Amistades Peligrosas", que no es un Adonis, pero a todas nos gustó y nos hizo temblar las rodillas (no incluyo a cierta generación porque con lo del Justino de los Webers ya me han dejado claro su mal gusto).

Quien ame el metal (en todas sus vertientes; aclaro que metal es mi peculiar resumen de tantísima corriente y género que sería imposible enumerar) sabe a qué me refiero. Steve Vai, Yngwie Malmsteen, Joe Satriani... Tuvieron que homenajearle y habría sido delito que no lo hicieran.

Chicas, mirad ese retrato de Vivaldi, cambiad el violín por una guitarra eléctrica y actualizadle el software capilar. No me digáis que no es un metalero de los de época, de esos que son atemporales, inmensos, geniales compositores. No me digáis que no entendéis que aún, desde que era una renacuaja que escuchaba sus violines hacerme suspirar en el jardín, cuando se mezclaban metal, rock y música clásica en mi pequeño corazoncito infantil y me acompañaban entre líneas de papel, ame desde lo más profundo a este genio y figura ya en la sepultura. No me digáis que, después de esa visualización, aún pensáis que Brad Pitt, los mini monstruos de la saga "Corpúsculo", incluso el erotismo cutre y amarillista de la cosa esa de Grey (¿no era eso una serie culebrón de médicos en USA?), no me digáis, repito, que no os volvería locas. Porque el trono de mi platonismo amoroso es suyo... Bueno... compartido, entre otros, con Einstein, pero ya son otra historia.

Qué bonito habría sido nacer en otra época. En fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario