lunes, 27 de agosto de 2012

VOODOO CHICA-CHUS CHILD

Invocando a Chica-Chus para cambiar el chip de varios días, semanas, años (seleccionad opción; el concepto espacio-tiempo que llevo sufriendo estos últimos tiempos es bastante elástico), se me ocurrió hacer muñequitos vudú.

No, por dios, no para utilizarlos contra nadie. Soy pacífica. Sino para una servidora. Chica-Chus versión mini, para clavarle alfileres y darle de vez en cuando una moneda de euro. Sería convertirme en campo de experimentación brujeril por mi cuenta, como todos esos científicos locos que experimentaban (y experimentan, imagino, aunque cada vez son más los que compran chihuahuas) consigo mismos.

Se me ocurrió, con esto de la crisis, vender mis muñequitos vudú, con un slogan atractivo: Voodoo Chica-Chus Child y no tendrás que hacer la puñeta a nadie más. Serían unas pelillas para superar la crisis galopante.

Además, Chica-Chus es una personalidad positiva y de buen humor. De eso se trata. Un vudú positivo, de descarga emocional, de superación de tonterías que nos enturbian, que nos hacen padecer y olvidar sonreír más a menudo.

Una conversación con una amiga, que me conoce de varios años y que ha sido compañera, en la distancia y en la cercanía, de muchas vicisitudes, unas más irrelevantes, otras más serias y otras, las menos según cómo se mire, demasiado graves. Una conversación acerca de las últimas caídas, tonterías comparado a cualquier cosa, dicho sea de paso, me hizo reflexionar sobre cómo nos martirizamos o flagelamos en demasiadas ocasiones por situaciones que, una vez son analizadas desde la objetividad más absoluta y con la ayuda de la mirada distante de otras personas, no han sido culpa nuestra. Podemos ver nuestras faltas, pero también las de otros que en su momento desplazamos hacia nuestros hombros.

"Tú no metiste la pata. Se portó como un crío".

Y yo pensé, qué suerte tienes, nena, y que dios te lo conserve, que tú sí has dado con un hombre.

Entonces se me ocurrió ser la Voodoo Chica-Chus Child. Al menos que sirva de algo la maldita mala suerte.

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